sábado, 23 de abril de 2011

Arena

-Estás muy bien desde que no nos vemos. ¿Cómo te va?

-La verdad es que me va genial. Aprobé la asignatura que tenía pendiente. Encontré trabajo. Me fui a vivir con Daniela.

Mentira. Desde que ella se fue, vivía bajo la BSO de las consecuencias, al ritmo de los órganos. Entre sístole y diástole. La semana pasada encontré tu liguero azul en mi casa- pensé. Sigo viviendo al día. Hoy es sólo un tirón. Y el amor. El amor aún no ha respondido sobre mí. Hoy mi realidad describe a un solitario. Es cierto que siempre hubo mujeres en la bodega. Pero yo estaba muerto. Fui un muerto atendiendo a los cuervos. Y todas eran iguales. Y ninguna como ella. Era como si alguien hubiera hecho copy & paste con mi vida. Con el tiempo incluso las trataba según un protocolo. Me tatué la costumbre. Ni rastro de la originalidad de la que con ella hacía gala. Siempre era la misma historia. Chico conoce a chica. Chica conoce mi vida y la rutina. Chica huye. No podía culparlas.

Pero tranquila, chéri. He tenido muertes peores. Tú ya sabes perderte. Yo sigo en mi camino. Cuando no seas arena, dejaré de encontrarte en él.

Sweet

2 comentarios:

Crasmir dijo...

"Y todas eran iguales. Y ninguna como ella" Chapeau.

Marguerott dijo...

A veces pasa lo de encontrarse con mucha gente así. El hombre que hay en mí y que escribió este relato lo sabe bien, pobrecico.

Como siempre, un placer verte por aquí, Cristina :)