lunes, 24 de enero de 2011

Cosas que se dan por sentado



-La gente inteligente no va a discotecas.
-El que sabe mucho es buena persona.
-El que es muy inteligente saca buenas notas.
-La que se ha acostado con muchos es una guarra.
-Los andaluces son unos bodoques.
-Los andaluces son graciosos.
-Los religiosos son buenas personas.
-El que da los buenos días es muy normal.
-El que es de ciencias es muy inteligente.
-Esta juventud va fatal.
-A los hombres les gusta el fútbol.
-A las mujeres les gusta ir de compras.
-Los homosexuales son promiscuos.
-Si salió en televisión es verdad.
-Tener tuenti es muy útil.
-Tener coche te da mucha libertad.
-Los que estudian Filosofía son muy profundos.
-Los que estudian Artes son muy vagos.

-Los pesimistas son más intelectuales.
-Los optimistas son idiotas.
-Los poetas están amargados.
-Las rubias son tontas.
-Los gordos son simpáticos.
-Los feos son simpáticos.
-Los delgados son egocéntricos.
-La gente que tiene un blog es porque escribe bien.
-La gente que escribe termina muy bien las entradas.




Sweet

sábado, 15 de enero de 2011

La chica que aprendió a volar con plantas


La historia de una chica que se sentaba al principio de la clase y siempre levantaba la mano para contestar. Una con la mirada limpia y la mente turbia. Una que tenía la cualidad de no hacerse visible sino cuando era imprescindible. Una que aspiraba, por encima de cualquier otra cosa, a levitar como una pompa de jabón. Leve e irrisoria.
Esta es la historia de una chica que aprendió a volar con plantas.


Y nada, así es un día cualquiera.


Indistinguiblemente parecido al anterior. Le das un café a tu cerebro adormecido, lidias con el tedio veinticuatro horas más y te sientas a esperar que hoy sea el día en el que empieza de verdad tu vida.


lunes, 10 de enero de 2011

Ausencia



-Entonces, no está olvidado, ¿no?
-No lo entiendes. Lo que estaba tratando de explicarte es esa sensación de cuando crees que todo está superado, que nunca más volverás a caer en eso, que todo ha pasado ya... Y sin embargo, cuando te lo encuentras de frente, y a pesar de saber que fue tu error número uno, dos, tres y cuatro; y siendo consciente de que se acabará volviendo en contra tuya, que está del todo mal y que no es en absoluto lo sensato; no puedes evitar desear que fuese tu error número cinco, y el número veinticuatro, y el número cincuenta y nueve, y el doscientos ochenta y tres...