Hace unos años, cuando todavía pensaba que los reyes eran magos y venían de Oriente, mi madre tenía la fea costumbre de ponerme delante de la tele a drogarme con pelis del señor éste que se congeló, el tal Disney ése. Bien pensado, tampoco es que fuera una costumbre muy fea que digamos. Esas pelis molaban. Molaban mucho. Es más, molaban muchísimo.
Solía haber en casi todas una princesa ideal de la muerte (¡anda, como yo!) que, por cosas de esta vida perra, que no te deja irte de rositas cuando eres tan monísima y encantadora (cada vez me siento más identificada), acababa encontrando gresca con una rival mala malísima, que no dudaba en avasallar a la princesa si era necesario. Obviamente, la bella princesita jamás haría eso. Ya, claro.
En fin, el caso es que la princesa, como era tan cándida, necesitaba ayuda; que, joder, ya ves tú qué suerte, se la acababa "prestando" (ya me entendéis...) un príncipe alto, guapo y con una melena de infarto. Cosas de ésas que me pasan a mí todos los días, vamos.
Pues bien, esto es lo que servidora buscaba hace escasos años: un tipo alto, fuerte y con la melena de Hugh Grant. En resumen, un tío que estuviera buenísimo. Porque claro, yo que soy tan guapa y tan lista, me merezco un príncipe... o un dentista. Que sí, también que me quisiera y otras cosas así más secundarias, pero principalmente, un tipo que me quedase bien.
Y a estas alturas, una, que hombre, otra cosa a lo mejor no, pero atractivo animal tiene un rato, pues de éstos ya se ha ligado a unos cuantos. Pero la cosa no va. Es lo que tiene Disney, que es como la teletienda, crea falsas expectativas.
Así que, ahora que me he dado a la Filosofía y a esas cosas así más espirituales, ya he superado esa etapa de Mujeres y Hombres y Viceversa y, una de dos, o he bajado el listón o he trascendido de la visión del común de los mortales... Igual es lo primero. O igual no. Llamadme ilusa, pero quiero pensar que es la segunda.
¿Y por qué os cuento todo esto? Pues bueno, porque me hallaba yo el otro día buscando una de éstas pelis para recordar viejos tiempos (las hormonas, que son así), cuando me bajé la equivocada. Error en el sistema.
Después de esto, y confirmando mi fama de rompebotones, lo que os quería decir, mujeres del mundo, es que los dentistas para vosotras. Yo me quedo con uno que sepa programar.
Sweet
Imagen de Turista en tu pelo